Los millonarios de los Estados Unidos o El país del placer ¿Puede una traducción convertir una novela en un estudio social?

POSTED BY   Natalia
02/12/2014
Los millonarios de los Estados Unidos o El país del placer ¿Puede una traducción convertir una novela en un estudio social?

los millonariosAndaba yo preparando el material para el Taller de Traducción Literaria de Edith Wharton cuando, mientras buscaba traducciones de obras suyas en el catálogo de la Biblioteca Nacional, me topé con un curioso título: Los millonarios de los Estados Unidos o El País del placer: estudio social. Había mirado antes la obra de la autora en inglés y ese libro no me resultaba familiar, pero allí estaba en el catálogo, con su signatura y fechado en 1911, aunque con signos de interrogación.
Después de revisar nuevamente la lista de los libros escritos por Edith Wharton, y teniendo en cuenta la fecha de la traducción y ese título alternativo que aludía al país del placer, llegué a la conclusión de que no podía ser otro que The House of Mirth, el libro que conocemos aquí como La casa de la alegría. No pude resistir la tentación de comprobar si mis elucubraciones eran ciertas, así que a los pocos días estaba allí, ante la imponente entrada de la decimonónica biblioteca, flanqueada por santos, reyes, e insignes escritores.

Como las bibliotecas son mis lugares de culto, me gusta que sean vetustas, grandiosas y elegantes, porque todo ello encaja con la veneración que siento por los libros, así que al recoger mi pedido y sentarme en el pupitre de madera asignado, no pude sino sentirme un poco sacerdotisa, mientras desplegaba el móvil, las gafas y la libreta como si estuviera colocando vísceras de animales sobre un altar. El misterio duró poco. Bastó abrir la primera página del libro, publicado por la revista La España Moderna, sita en la calle López de Hoyos, número 6, de Madrid, en 1911 y comercializada al precio de cinco pesetas, para comprobar que aquel estudio social sobre los millonarios en Estados Unidos era letra por letra la novela de Edith Wharton, La casa de la alegría, publicada en forma de libro por primera vez en Nueva York en 1905.

Dice André Lefevere en el prefacio de su libro Translation, Rewriting and the Manipulation of Literary Fame (Londres y Nueva York: Rouledge, 1992, p. vii) lo siguiente: “La traducción es, por supuesto, una reescritura de un texto original. Todas las reescrituras, sea cual sea su intención, reflejan una cierta ideología y una poética y por ende manipulan la literatura para que funcione en una determinada sociedad de una determinada manera. La reescritura es manipulación, acometida al servicio del poder […].

Las reescrituras pueden introducir nuevos conceptos, nuevos géneros, nuevos artilugios y la historia de la traducción es también la historia de la innovación literaria, del poder modelador de una cultura sobre otra.

Pero la reescritura también puede reprimir la innovación, distorsionar y contener, y en una era en que la manipulación en todas sus formas no cesa de crecer, el estudio de los procesos de manipulación de la literatura de los que la traducción ofrece buenos ejemplos puede ayudarnos a tomar una mayor conciencia del mundo en que vivimos”.

Aplico la lección y me pregunto si, a pesar de la decisión del editor madrileño de publicar la obra en época tan temprana, no sería acaso la transformación de una novela en un estudio social una estrategia para disuadir al público femenino de leerla. Me pregunto también si convertirla encima en un estudio sobre los millonarios en Estados Unidos, no era sino una forma más de alejar la sospecha de que las vicisitudes de Lily Bart pudieran tener nada que ver con las preocupaciones de una mujer española.

La extraña traducción del título de esta novela parece encerrar, por lo tanto, un ejemplo de manipulación y podría, efectivamente, convertir la novela en un estudio social, ya que al dar de entrada la indicación de que es así cómo debe leerse, el lector está llamado a adoptar una perspectiva analítica, pero sin dejarse arrastrar por eso que los críticos llaman la “suspensión de la incredulidad” y que no es otra cosa que el dejar de lado el sentido crítico e identificarse con los personajes, a quienes llegamos a considerar como seres de carne y hueso.

Las narraciones de Edith Wharton, que hoy se nos aparecen tan modosas, con sus elaboradas descripciones del vestuario, los muebles y los adornos florales, con sus castas escenas románticas, con su retrato minucioso de los convencionalismos, no podían verse del mismo modo hace un siglo, cuando la voz de la autora que mostraba una y otra vez el ansia de libertad de las mujeres, que ponía en entredicho que se les impidiera moverse solas, divorciarse si tenían la desgracia de elegir a un marido con quien no se entendían o vivir de manera independiente, era tan revolucionaria que solo se podía transmitir con cautela y entre un público suficientemente formado.

Lo peor es que si se revisa el catálogo de la Biblioteca, se observa que tras ese libro, la prolífica obra de Edith Wharton desaparece prácticamente en español hasta la Transición, con dos excepciones, La soñada aventura (¿Twilight Sleep?), traducida antes de la Guerra Civil, en 1932, y La solterona (The Old Maid), traducida en 1947. Incluso una vez terminada la dictadura, la primera editorial que se atreve a traducir a Edith Wharton es la  Alianza editorial y lo hace en 1978 con algo tan poco controvertido como son unos relatos de fantasmas. Luego sigue Ethan Frome en 1981 y a partir de esa fecha las traducciones se suceden y las ediciones se multiplican, contándose hoy por decenas.

La narrativa de Edith Wharton no encajaba con los discursos de la Sección Femenina ni de la iglesia católica, así que hubo que esperar a que la democracia llegara a nuestro país y a que las mujeres alcanzaran esa libertad añorada por Lily Bart, Ellen Olenska y tantos otros personajes femeninos de sus novelas, para que la obra de esta extraordinaria escritora pudiera traducirse a nuestra lengua.

Recojo la mesa, devuelvo los libros tras haber sacado algunas fotos y salgo a la calle, como dice Lefevere, con otra mirada. Me fijo en las estatuas de grandes hombres que adornan la escalinata y el friso neoclásico. Arriba, en un rosetón discreto está Santa Teresa de Jesús y me pregunto cómo lo hizo ella para lograr su puesto.

La próxima visita quizás sea para averiguar por qué The Old Maid atravesó el muro de la censura franquista y cómo salió del trance.

 Maite Fernández.

Si te interesa el mundo de la traducción literaria, te proponemos nuestro Taller de Traducción Literaria donde, debido al éxito de la edición anterior que culminó con la traducción y publicación de un cuento de Almas vencidas de Edith Wharton;  este año continuamos con una nueva edición que nos llevará desde los fundamentos teóricos del arte de traducir literatura, hasta la traducción de un cuento de Francis Scott Fitzgerald, que será publicada por EdicionesTraspiés. Para información sobre el programa precios y horarios, pincha aquí.

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Natalia

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