Desde que comenzó su andadura, Impedimenta ha demostrado un cuidado especial por sus traducciones. De hecho es de las pocas editoriales que pone el nombre del traductor en la portada. Hablamos con Pilar Adón, escritora, traductora y editora de este sello de libros con camisa.
Billar de letras (BdL):¿Por qué decidisteis que apareciese el nombre de los traductores en vuestras portadas junto al del autor? ¿Ha tenido que ver el hecho de que además de editora, seas también traductora?
Pilar Adón: Siempre nos pareció algo natural. El lector que va a comprar el libro mira la portada en busca de la información más básica: el título y el nombre del autor. Considerando que el traductor también es autor, no caben más opciones. Nos parece la opción normal.
BdL: Además, en vuestra página web, aparece siempre una pequeña biografía del traductor. ¿Qué creéis que aporta eso al lector? ¿Habéis pensado en incluir esa biografía en las solapas?
Pilar Adón: Cuando el lector busca más información sobre el libro, se dirige a la breve sinopsis que le ofrece la editorial en la contraportada y a las biografías de los autores. En Internet incluimos más información que en el papel por una simple cuestión de diseño y de espacio.
BdL: ¿Cómo logras compaginar dos actividades tan diferentes, una que requiere reclusión y otra que seguramente es una constante vorágine?
Pilar Adón: Quitando horas a otras actividades a las que, en circunstancias normales, me encantaría dedicarles un poco más de tiempo: pasear, ir a la compra, cocinar, ver películas… De todas maneras, desde que empecé a estudiar en serio, digamos en BUP, tengo la sensación de que siempre estoy aplazando este tipo de actividades. Puedo decir que no sé lo que es el aburrimiento.
BdL: ¿Cuáles son las lenguas de las que más traducís?
Pilar Adón:Inglés y alemán. Aunque también japonés, checo, francés y polaco.
BdL: ¿En qué medida crees que tu trabajo como traductora te ayuda a evaluar y valorar las traducciones que recibes, incluso cuando son de lenguas que desconoces?
Pilar Adón: Me ayuda más el hecho de ser una lectora voraz. Los giros extraños, los párrafos en que se nota demasiado la mano del traductor o las expresiones incorrectas me saltan enseguida porque leo muchísimo en castellano. Es innecesario repetir aquí que es esencial dominar la propia lengua, a la que se va a traducir, y para ello no hay nada mejor que leer sin cesar. Puede suceder que cuando leemos demasiado en la lengua a traducir, en inglés, en mi caso, se nos adhieran el ritmo y las formas, y que luego cueste desprenderse de ellas al pensar en castellano. Recuerdo que un profesor me dijo que sólo sabría hablar bien en inglés cuando pensara en inglés. Es un consejo muy bueno, pero para traducir al castellano hay que pensar en castellano.
BdL: Para un traductor literario en ciernes, la pregunta clave es cómo conseguir el primer encargo. ¿Podrías explicarnos cómo seleccionáis a vuestros traductores? ¿Recibís currículos? ¿Alguna vez habéis llamado a un traductor que os haya enviado su currículo, pero del que no tuvierais referencias?
Pilar Adón: Contamos con una nómina de traductores de los que nos fiamos y con los que llevamos años trabajando, y solemos contar con ellos. Creo que es un buen sistema porque a ellos les da confianza saber que van a tener traducciones nuestras, y a nosotros nos da confianza saber que van a hacer un buen trabajo. Recibir una mala traducción en una editorial es un verdadero cataclismo que exige muchas medidas, generalmente de urgencia, para curar la herida. Recibimos currículos y recibimos propuestas de traducción que, si nos interesan, consideramos y, por supuesto, encargamos al traductor que ha traído esa propuesta. A la hora de firmar un contrato con traductores a los que no conocemos, solemos optar por esta vía: nos presentan un adelanto de traducción de un libro que nos encaja en el catálogo, y contamos con ellos.
BdL: Antes de encargar un trabajo a un traductor ¿leéis otras traducciones suyas? ¿o le pedís que haga una prueba? ¿cómo suele ser esa prueba?
Pilar Adón: Pocas veces pedimos pruebas de traducción. Sí leemos otras traducciones suyas o pedimos referencias a otros editores con cuyas editoriales hayan trabajado.
BdL: Aparte de las referencias, el currículum o la prueba ¿tomáis alguna otra medida para aseguraros de que la traducción que recibís es buena? ¿Alguna vez habéis pedido a un traductor que os entregara unas primeras páginas, antes de encargarle la totalidad del libro?
Pilar Adón: Cuando un traductor propone una obra, suele mandar esas primeras páginas y una sinopsis del libro propuesto, además de la biografía del autor. Si nos parece adecuado y creemos que encaja en nuestro catálogo, no pedimos más pruebas de traducción.
BdL: Cuando recibís una traducción, ¿la enviáis a un corrector? ¿le enviáis también al corrector el texto original para que pueda consultarlo en caso de duda? ¿ponéis al corrector en contacto con el traductor? ¿en qué medida interviene el editor?
Pilar Adón: En Impedimenta contamos con el trabajo de Susana Rodríguez, que trabaja con nosotros como correctora de estilo y correctora ortotipográfica. Ella, como nosotros, lee todas las obras que vamos a publicar y, sí, en su trabajo cuenta con el original y está en contacto permanente con los traductores. Nosotros, Enrique y yo, intervenimos en la lectura final.
BdL: ¿Alguna vez has tenido la sensación de que varios libros de distintos autores que has encargado a un mismo traductor suenan igual?
Pilar Adón:La verdad es que no. La misión del traductor es que no se note su mano, y creo que todos los traductores son muy conscientes de este principio tan básico.
BdL: Y al revés, ¿alguna vez has encargado traducir un texto que ya se había traducido anteriormente y has tenido la impresión de que se ha convertido en un texto nuevo, de que realmente hacía falta esa nueva traducción?
Pilar Adón: Nos pasó algo parecido con “Solaris”, de Stanislaw Lem, que había sido previamente traducido de otros idiomas pero nunca directamente del polaco, e incluso recibimos mensajes de varios lectores que nos contaban que, efectivamente, parecía un libro distinto con nuestra nueva traducción, que sí era del polaco, realizada por Joanna Orzechowska. Al parecer, sonaba “más Lem”. Algo similar nos ha sucedido con la nueva traducción de “Lección de alemán”, de Siegfried Lenz, traducida por Ernesto Calabuig. Es un grandísimo libro, al que le faltaban párrafos enteros en la versión previa en castellano.
BdL: El traductor literario suele llegar a identificarse de manera inusual con el autor del libro que traduce. Además, al traductor pueden surgirle dudas que solo el autor le pueda aclarar. ¿Os piden los traductores a menudo que les pongáis en contacto con los autores?
Pilar Adón: Casi todos nuestros autores están muertos, así que los traductores saben que no van a contar con esa ayuda. En mi caso, sí he tenido la suerte de estar en contacto con Terence Dooley, yerno y albacea literario de Penelope Fitzgerald. Recuerdo que una vez me comentó que a veces Fitzgerald inventaba términos. Me ayudó mucho.
BdL: Aparte de las tarifas, por las que no vamos a preguntar, ¿pagáis derechos de autor al traductor? ¿qué porcentaje?
Pilar Adón: Siempre. Suele ser de entre un 1% y un 2%.
BdL: Siempre he tenido curiosidad por saber por qué los libros originales y los traducidos tienen precios similares. ¿Podrías explicarnos cómo se integra el precio de la traducción en el precio de producción del libro?
Pilar Adón:Los cálculos para saber el precio de un libro siempre dependen del libro. No se puede hacer una afirmación generalizada para todos. Unos libros tiene subvención, otros no; unos libros están en dominio público, otros no… Depende de cada título.
BdL: ¿Puedes contarnos algún caso de un libro cuyo original consideres bueno y cuya traducción crees que ha echado a perder el texto?
Pilar Adón: No se me ocurre ninguno. Sí he oído hablar de libros que, por el contrario, han sido mejorados, pero tampoco te podría dar títulos.
BdL: ¿Puedes decirnos los nombres de tres de tus traductores favoritos? ¿Qué es lo que más valoras de cada uno de ellos?
Pilar Adón: Te voy a dar nombres de traductores que trabajan con Impedimenta. No es sencillo elegir, pero te hablaría de Marian Ochoa de Eribe, traductora de Mircea Cartarescu, que hace un trabajo excepcional, cuidadísimo, que conoce a la perfección (en este caso, además, personalmente) a Cartarescu, y que nos presenta unas traducciones inmaculadas. Espero que algún día su trabajo se reconozca de una manera más generalizada. También es excepcional el trabajo de Lluis Maria Todó, que ha traducido para nosotros del francés, y el de Consuelo Rubio Alcover, una gran conocedora del estonio y, en general, una amante de la literatura, con quien da gusto conversar porque tiene un amplísimo bagaje cultural. Muchas de las personas a las que más admiro en el ámbito literario son traductores.
BdL: ¿A cualquiera de ellos le encargarías la traducción de cualquier novela, o crees que tienen dotes especiales para cierto tipo de escritura?
Pilar Adón: Nos basamos, evidentemente, en las lenguas que dominan y, partiendo de ahí, en muchas ocasiones les dejamos elegir a ellos. Es importante que el traductor se sienta cómodo con el texto que va a traducir. Nos parece fundamental que el traductor ame y aprecie el texto con el que va a trabajar tanto tiempo.
BdL: En general, ¿qué es lo que más valoras de un traductor literario?
Pilar Adón:La seriedad, la responsabilidad y la capacidad de trabajo. Cada traductor ha de ser consciente de la importancia de la labor que está desarrollando y de la cantidad de tareas posteriores que dependen de la calidad de su traducción. Una mala traducción puede, como poco, alterar la fecha prevista de publicación y, por tanto, las fechas de los otros libros, los títulos posteriores del catálogo, con todo lo que eso supone. No voy a decir aquí que el traductor tiene que conocer las lenguas de su competencia porque eso es evidente. Ha de dominar las herramientas necesarias para llevar a cabo su trabajo. Pero con eso ya contamos.
BdL: ¿Crees que la calidad de las traducciones literarias es buena en España?
Pilar Adón: Cada vez es mejor. Eso es algo constatable. No hay más que echar un vistazo a algunas traducciones de hace cuarenta años, cuando no se respetaba el texto, el traductor interpretaba párrafos que parecía no entender y en castellano se podía leer justo lo opuesto a lo que se decía en el original. Creo, además, que ha mejorado la situación del traductor como profesional reconocido y respetado.
BdL: ¿Qué crees que se podría hacer para que fuera aún mejor?
Pilar Adón: Sería deseable que los márgenes que dejan los libros permitieran que los traductores pudieran contar con mayor seguridad económica y se sintieran más libres a la hora de elegir las traducciones con las que realmente se identifiquen y se sientan más cómodos. La solución vendría de la mano de un aumento de los índices de lectura y con el reconocimiento del trabajo de todos los implicados en la elaboración del libro. En ese sentido, la proliferación de editoriales independientes en los últimos años ha hecho que la oferta de títulos sea más amplia, y que esa sana competencia en las mesas de novedades haya desembocado en una mayor calidad en todos los elementos que componen del libro: la elección de títulos, la traducción, la corrección, la producción… Si aumentara el número de lectores, la ecuación sería perfecta.
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