Porque un texto nunca está del todo completo, y escribir es, en el fondo, re-escribir; la corrección constituye un paso fundamental dentro de la escritura.

En Billar de Letras queremos ayudarte a llevar a buen puerto tu proyecto literario; por ello, hacemos un examen riguroso de todos los elementos que componen tu texto: sistema de tramas, construcción de personajes, espacio, temporalidad, descripciones, diálogos, estilo, retórica, etc.

Nuestros informes de lectura son personalizados: nos plegamos tanto a las exigencias del texto como a las intenciones del autor para, a partir de ahí, volcar todo nuestro conocimiento y experiencia en las posibilidades de la obra.

Asesoría integral: Si consideras que tu proyecto está concluido y lo que necesitas es un ojo crítico que te ayude a ver allí donde tú no ves, en Billar de Letras leemos tu obra y te entregamos un informe detallado que analiza cada uno de los elementos que la componen, dónde funciona, qué podría mejorarse y, en definitiva, cómo pulir y dar redondez a tu trabajo. Háblanos de tu proyecto y nosotros elaboraremos un presupuesto dependiendo de la extensión y la complejidad del mismo.

Además, contamos con un servicio de corrección, tanto para particulares como para empresas, que garantiza la optimización de los textos a nivel de estilo, gramatical y ortotipográfico.

Siempre es un lujo que se publiquen los libros que pasan por nuestras asesorías. Es un motivo de orgullo y celebración, el que algunos de ellos, hayan cosechado premios importantes y las varias ediciones que llevan a sus espaldas. Puedes echar un ojo a los libros publicados por nuestros alumnos asesorados, pinchando aquí.

Para reserva de plazas escribir a info@billardeletras.com o llámanos al (0034) 91 172 60 57

¿QUÉ OPINAN NUESTROS ALUMNOS?

Un día decides que quizá pueda haber un lugar en tu vida para la escritura. A partir de ese día empiezan los problemas. La soledad acampa entre tu intención, tu pasión y tus días. La inseguridad es más poderosa que las ganas de avanzar e irremediablemente te das cuenta de que necesitas que te echen una mano.

Miras a tu alrededor. Los amigos bien intencionados y dispuestos no alcanzan tus expectativas y tu familia está ya aburrida de leerte; es entonces cuando empiezas a contemplar la posibilidad de que sea otro escritor que se pierda en tu ficción, alguien que te lleve muchas novelas de ventaja.

Soy una gran defensora de los talleres de escritura. Creo que son fundamentales para la formación de cualquier escritor. No solo te proporcionan herramientas para proseguir con tu trabajo sino que te enseñan disciplina, autocrítica y a mantener tu ego domado.

En el año 2008 pedí a Ronaldo Menéndez que me acompañara en la reescritura de “En el lado sombrío del jardín”. La primera versión de esta novela, presuntamente finalizada un año antes, no me convencía, necesitaba otra mirada, una guía, alguien que me leyera.

 

Le elegí a él porque entendió desde el primer momento cómo me gustaba escribir, porque no intentó cambiar mi voz sino sacarle todo el brillo, porque no me llevó por caminos que no me gustaban sino que allanó aquellos que yo había elegido y porque, en definitiva, compartía sus criterio. Me ayudó a cuestionarme mi propio trabajo, a investigar más, a probar, a arriesgarme. Me retó.

 

Ronaldo, poco adulador y complaciente, logró mostrarme que cada párrafo era susceptible de mejora, que los personajes podían estar más vivos todavía, que no siempre se comienza por el principio y que algunas reglas están para saltárselas cuando lo haces conscientemente y segura de ello.

Pasado un tiempo, ambos consideramos que el trabajo en común había llegado a término, fue entonces cuando me dijo: “tienes oficio”. Desde ese día todo cambió, todo fue a mejor. 

He seguido escribiendo, publicando y compartiendo con otros lo que aprendí con él. Me acompañó en mi puesta de largo en el mundo de los libros, lo hizo con cariño, profesionalidad, simpatía y entrega. Repetimos el proceso en mi segunda novela y hoy lo considero como mi padrino de letras.

Le admiro, le quiero y es una de las personas que más me han ayudado en ese fascinante descenso en piragua por las aguas bravas por las que todo escritor novel tiene que aventurarse alguna vez. Ronaldo nunca te regalará flores, pero abrirá ventanas en tu muro para que inicies el vuelo.

De ti dependerá hacerlo.

Hablo de Ronaldo Menéndez desde el punto de vista de una alumna que ha permanecido en su taller durante cuatro años, que no es poco. Yo lo llamaría olfato fino.

Ronaldo tiene ese olfato finísimo que todo lo huele. Soy peleona y cada vez que me advertía con su habitual claridad de que algo no estaba bien, mi primera reacción era ponerme a la defensiva.

¡Que no, hombre, que no! Hasta que inexorablemente llegaba la rendición total, porque no se puede negar lo evidente.

No hay que darle más vueltas:

 

Ronaldo siempre da en el clavo. Y siempre, escondidos en sus comentarios, está el correspondiente remedio. Debe de ser instintivo. Está hecho de palabras y las palabras le aman.

Es un don.