Un viaje por la frontera del bien y del mal. Los cuentos de Flannery O’Connor

POSTED BY   Natalia
30/04/2015
Un viaje por la frontera del bien y del mal. Los cuentos de Flannery O’Connor

Flannery oconnorsLos cuentos de Flannery O’Connor por Fernando Alonso.

Todavía recuerdo cuando hace 35 años salí de una sala de cine donde había asistido al estreno de “Sangre sabia”. Mi primera reacción ante la película fue de estupor. Pensé que se debía a una falta de sintonía personal con la historia y el significado de sus imágenes. Y algo de eso había, porque con el paso del tiempo uno llega a comprender que determinadas narrativas visuales o escritas necesitan de la complicidad del espectador o el lector, y cierto esfuerzo para detectar la verdadera historia que está detrás de la que se muestra. Luego también supe que mi apreciación inicial era más compartida de lo que creía. Incluso su director, John Huston, llegó a declarar: «Nada me haría más feliz que ver que esta película consiga aceptación popular y rinda beneficios. Demostraría algo. No estoy seguro de qué…, pero algo».

Entonces no conocía a la autora de la novela en la que se inspiraba la película. Era Flannery O’Connor (1925-1964), una estadounidense sureña, profundamente católica, que en sus últimos años vivió retirada en una granja de Georgia, aquejada de una enfermedad crónica que la obligó a llevar muletas hasta su muerte temprana. Allí vivió dedicada por entero a la literatura y la cría de pavos reales. Una católica en un mundo de excluyente mayoría protestante.

Pero ¿por qué señalar de forma tan explícita su confesión religiosa en una reseña literaria, cuando este tipo de referencias suele lastrar la apreciación crítica de un autor?

Para ilustrar la respuesta volveré a echar mano de otra película: “Carros de fuego”. En ella, el velocista escocés y futuro campeón olímpico Eric Liddell, predicador evangélico, dice: «Creo que Dios me hizo con un propósito… Pero también me hizo rápido. Y cuando corro… siento su gozo. Temido por sus contrincantes, no lo fue tanto por su velocidad sino porque, a diferencia de ellos, «él sabía por qué corría». Su entrega al deporte no era en realidad sino un acto más de ofrenda a Dios.

Pues bien, en alguna medida, la producción literaria de Flannery O’Connor está teñida de ese carácter religioso militante, como sostuvo la propia autora contra viento y marea. De ella se ha dicho que no era una escritora católica sino una católica que escribía, aunque para algunos su literatura fue fundamentalmente gnóstica.

Martin A. La ReginaFlannery O’Connor escribió dos novelas: Sangre sabia y Los profetas, pero su reconocimiento como una de las grandes escritoras norteamericanas del siglo XX le llegó de la mano de sus cuentos.

Por sus relatos se pasea una galería de personajes grotescos, inadaptados, violentos, egoístas hasta lo miserable, visionarios, embaucadores moviéndose en la delgada frontera del bien y el mal como dos realidades inexorables del género humano. Sin que sea posible olvidar el componente racista que sobrevuela sus historias en el marco físico y literario que Flannery O’Connor compartió con otros escritores sureños como Faulkner o Carson McCullers, autora de la que ya hemos hablado en Billar de letras, analizando su obra Frankie y la boda.

Convendría recordar aquí la anécdota de la madre de la autora, pidiendo a su editor que intercediera ante su hija para que dejara de escribir sobre aquellos personajes sórdidos y lo hiciera «sobre gente buena». Porque hablando en términos de moral, resulta impensable que un católico no se escandalice con algunos de estos relatos, pese a los esfuerzos de la escritora por justificar su complejo simbolismo cristiano.

¿Cuál sería entonces su pretensión? La respuesta es que quizá Flannery O’Connor quiso decirnos: ahí tenéis el género humano. Somos así y así hay que tomarnos. Podéis aceptarlo o luchar por ser mejores. Para eso sirve, entre otras cosas, la lectura y la religión.

De una u otra forma, es imposible leer a Flannery O’Connor sin sentir un profundo desasosiego. Si uno de los rasgos distintivos de la buena literatura consiste en no dejar indiferente al lector, removiendo su conciencia y sus sentimientos, no hay duda de que ella logró encontrar esa tecla, y ¡de qué manera! Pero digámoslo jugando con las palabras: su habilidad para agitarnos no sería en este caso producto de la e-moción, sino de una verdadera y terrible con-moción.

Aún habría que citar otra característica singular de su narrativa. En muchos de sus relatos, la maligna actuación de sus personajes es tan conscientemente esperpéntica que el lector no sabe si echarse a llorar o a reír. De ahí que otro de sus sellos distintivos sea la grotesca comicidad con la que no para de irritarnos. Sólo hay que leer el ridículo diálogo entre el Desequilibrado y la abuela egoísta y miserable de Un hombre bueno es difícil de encontrar, o pensar en la anécdota del desvergonzado vendedor de biblias y la muchacha de la pierna artificial de La buena gente del campo. En realidad, bastaría con reparar en el sarcasmo que supone la referencia a la “bondad” en el título de ambos cuentos.

Aparte de estos dos extraordinarios relatos, los más leídos y citados de la autora, querría reseñar en estas notas otros menos conocidos que, en mi opinión, merecen la consideración de un lector que desee adentrarse en la obra de Flannery O’Connor. Con todo lo que de discutible tiene cualquier selección personal, hablo de Una vista del bosque, Los lisiados serán los primeros, El río y Revelación. En ellos se ponen de manifiesto los invariantes literarios de su autora.

Una vista del bosque

En este relato asistimos al choque de dos personajes de idéntico carácter: un abuelo y su nieta de nueve años, de la que el viejo está orgulloso porque la siente como obra suya y ve en ella la continuidad de su estirpe, por encima del desprecio que siente por su yerno, su hija y sus otros seis nietos, a los que continuamente humilla. Los dos protagonistas son igual de antipáticos y huraños, aunque el resto de la familia tampoco se queda atrás en su ruindad. Pero un día el viejo toma una decisión que se estrella contra la voluntad testaruda y resentida de la niña. Desde ese momento comienza a resquebrajarse el huevo de la serpiente que él mismo ha criado.

Los lisiados serán los primeros

El relato trata de un padre viudo, culto y sensato, que intenta educar a su hijo de 10 años, tratando de reconducir su egoísmo casi enfermizo, hasta el extremo de hacer que se resienta su cariño por él. Aparte del trabajo diario, el hombre colabora en un reformatorio y se ha autoimpuesto la tarea de dar una oportunidad a un chico lisiado, algo mayor que su hijo, que ha salido de ese establecimiento, ofreciéndole su propia casa para vivir y tutelarlo. Así las cosas, el relato bucea en la patológica relación triangular del padre y los dos chicos, en medio de una lucha entre el deseo utópico del bien y la presencia real de la maldad calculada, que aprovecha las grietas de una ética imperfecta y cuestionable.

El río

Unos padres ociosos contratan a una niñera para que se encargue de su hijo, de cuatro o cinco años, uno de los días que están de juerga en casa. La niñera es una beata visionaria que lleva al chico al río donde se celebra el acto de un predicador farsante que recorre el país haciendo milagros y termina bautizando al niño.

El relato muestra, con tintes alegóricos, la confusión del crío entre la existencia despreocupada de sus padres y la locura colectiva e ininteligible para su edad que vive en el acto del predicador. Pero la reacción de un niño puede ser imprevisible.

Revelación

En este relato asistimos a una jornada en la vida de una mujer blanca de mediana edad que se considera a sí misma persona de orden, respetable y con sentido común. Sin embargo, para el lector no es otra cosa que una metomentodo, criticona y racista que se pasa el día clasificando a las personas en vergonzosas categorías sociales. Por hacer, hasta especula con la terrible disyuntiva que habría supuesto para ella el hecho de que Jesús le hubiera dado a elegir entre ser “negra” o “gentuza blanca”, los dos estratos más bajos de su escala humana.

Esa confianza y camaradería con Jesús se rompe a raíz del agravio recibido por el insulto de alguien perteneciente a esa gentuza, y que ella toma por una señal de la Providencia.

Los relatos de Flannery O’Connor podrán gustarnos o no, sus temas podrán ser o no de nuestro interés, pero puedo asegurar que su lectura nunca nos dejará indiferentes.

Si te gusta descubrir libros, conocer a los autores, editores o traductores de los mismos, profundizar en obras con poéticas diferentes y conocer gente con tu mismo interés por la Literatura, echa un ojo al Club de lectura de Billar de letras, donde una vez al mes destripamos obras que consideramos imprescindibles, analizándolas desde un punto de vista técnico y formal, todo ello en un ambiente distendido de vinos y picoteo.

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Natalia

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One comment

  1. hechizos de amor

    este post es muy bueno, y la pagina
    me ha gustado mucho. saludos

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