Helena Álvarez de la Miyar. Lo mismo vale para un roto (una interpretación simultánea en la “jaulita” que no deja de ser la cabina), que para un descosido (traducción de las memorias de alguna estrella del rock, con el correspondiente grado de entretenimiento personal máximo, o manual de gestión empresarial, con un grado de entretenimiento personal mucho más comedido, ¡qué se le va a hacer!). Ahora bien, lo que de verdad de verdad le sirvió para empezar a aprender a traducir, el primer amor de su vida traductoril, fueron las novelas románticas, y sigue haciendo una de tanto en tanto, para recordar aquellos tiempos y para no perder mano. Porque, la novela «rosa» es la Pachamama donde está todo lo que los trujumanes odian y adoran de su oficio.