De la mano de la editorial Traspiés lanzamos el primer Taller de Traducción Literaria eminentemente práctico, donde además de estudiar los aspectos teóricos de la traducción literaria, conoceremos mejor la obra de Edith Wharton y trabajaremos en equipo para traducir uno de sus primeros textos.
El texto completo, revisado y corregido, se entregará a la editorial Traspiés, que lo publicará en su colección Vagamundos. Libros ilustrados, con el nombre de todos los traductores que hayan participado en el curso.
La fecha prevista de publicación es junio de 2015 en la Feria del Libro de Madrid.
En esta primera convocatoria nos hemos decantado por la traducción del inglés al castellano, pero estamos trabajando en talleres de traducción de otros idiomas (francés e italiano).
Si quieres más información sobre el programa, horarios o precios, pincha aquí o ponte en contacto con nosotros directamente enviándonos un email a info@billardeletras.com .
Siempre me he preguntado lo que siente un inglés cuando lee «Alicia en el país de las maravillas», y por contraste cuántas cosas me estaré perdiendo. No porque desconfíe de la traducción que tengo, dicen los entendidos que es buenísima, sino porque Carroll juega con el lenguaje y el metalenguaje, y muchos de esos juegos al traducirlos se desvanecen.
Muchos lectores tienen esa nostalgia de que lo que se pierde en la traducción, pero en realidad no es tanto lo que se pierde, y menos aún si uno piensa en todo lo que se gana gracias a la traducción. Además, lo que puedes perderte al leer Alicia es más que probable que también se lo pierda alguien que lea hoy el original. No tienes más que ver las ediciones anotadas de Martin Gardner, que escribió dos tandas de anotaciones, una en 1960 y otra en 1990, para explicarle al público americano del siglo XX todas esas alusiones a la cultura victoriana que están presentes en Alicia y que el lector actual, y más aún si es estadounidense, es incapaz de reconocer. Por otra parte, como bien dices, es prodigiosa la forma en que Carroll juega con el lenguaje y el metalenguaje, pero hay que pensar que el traductor también puede jugar, aunque sus piezas sean de otro color.
…Y no quiero ni imaginar qué pasa con las traducciones del chino, por ejemplo. Esas lenguas cuyos signos no son rigurosamente fonéticos…
Pero a fin de cuentas, no tener ni siquiera el sucedáneo que es la traducción, es como esos cuerpos del cosmos que se sabe que existen, pero están tan lejos que solo son alcanzados por fórmulas y cálculos, ni siquiera por los telescopios. ¿Será justa la imagen de que la traducción es como la fotografía del telescopio, mientras el original es pisar la luna?
Es una imagen muy romántica, pero no creo que sea para tanto. ¿O acaso no hay libros extranjeros que te hayan conmocionado, que formen parte de tu más profundo bagaje literario? El otro día en clase, citaba una imagen que a mí me gusta, de André Lefevere, que dice que la traducción no es una reflexión en un espejo, sino una refracción, en la que el texto, al pasar de un medio a otro distinto, se desvía. El grado de desviación dependerá de muchas cosas: de la habilidad del traductor, del tiempo transcurrido desde que se escribió el original, de las diferencias lingüísticas, de la distancia entre las culturas…