Teníamos muchas ganas de entrevistar a Scheherezade Surià, traductora freelance y autora del fantástico blog En la luna de Babel y la web Las 1001 traducciones.
Billar de letras (BdL): Supongo que será la primera pregunta que te harán siempre, y estarás más que harta de responderla, pero no puedo resistirme. ¿Esa pasión tuya por las palabras fue el regalo que te entregaron tus padres al nacer y ponerte ese nombre?
Scheherezade Surià: En realidad no hay muchos que conozcan el origen del nombre. Hay quien cree que tengo familia árabe o que soy vasca o alemana. Los que lo relacionan con el nombre de la princesa se quedan en eso, pero sí es cierto que mi madre es una gran lectora y lo tuvo claro cuando leyó Las mil y una noches. De pequeña me traía de cabeza, pero ahora mismo no lo cambiaría por nada del mundo y, desde luego, es un nombre la mar de apropiado para mi profesión. Además, la gente se acuerda más de ti, aunque sea porque eres «la del nombre raro».
BdL: Los traductores han sido habitualmente personas solitarias y se han escrito muchas páginas sobre la invisibilidad del traductor. ¿Cómo se te ocurrió saltar a la palestra y convertirte en una estrella de la traducción?
Scheherezade Surià: Si lo de estrella es por la visibilidad, nunca ha sido de forma consciente. Me licencié en 2004 y soy autónoma desde 2005, pero no fue hasta 2011 que saqué la cabeza por las redes. Todo fue por una profesora del máster que estaba cursando entonces, el Máster de Traducción Audiovisual de la Universitat Autònoma de Barcelona. Hubo unas jornadas de orientación laboral, más enfocadas en los no profesionales, pero nos hablaron de twitter y de los blogs, y me dije «estoy hay que probarlo».
Después de años de soledad traductoril —sin acudir a ninguna conferencia ni conocer absolutamente a nadie más que los compañeros de la licenciatura, la mayoría de los cuales no se dedicaban a la traducción—, pensé que era una buena forma de estar en contacto con otros profesionales y seguir aprendiendo. Para mí, crear el blog fue la forma de poder hablar de temas que no podía tratar con mis amigos no traductores: comentar ciertas curiosidades lingüísticas o comparaciones entre idiomas, compartir las manías del día a día, etc.
Y nunca imaginé que las redes pudieran traerme tantas cosas buenas. Tener un blog de traducción y participar en twitter o mantener la página en Facebook es trabajo, pero el balance es muy positivo: he conocido a gente interesante, he podido dar charlas y cursos y hasta me han traído proyectos nuevos.
BdL: Y hablando de visibilidad, ¿eres partidaria de que el nombre del traductor aparezca en la portada del libro? ¿y de que aparezca una breve biografía?
Scheherezade Surià: ¿Y por qué no? Es la persona que te facilita la lectura de una novela a la que tal vez no pudieras haber accedido por desconocer el idioma y se merece un reconocimiento. Poner al traductor en la portada no cuesta nada y, por suerte, son cada vez más las editoriales que lo hacen. Publicar la biografía, como hacen por ejemplo en Rayo Verde, me parece una genialidad, pero me conformo con constar, con aparecer, con estar ahí.
Entiendo la visibilidad como una forma de que nuestro trabajo no caiga en el olvido, que el lector sepa que está leyendo a su escritor favorito gracias a un traductor. Dignificar la traducción redunda en un mejor trato y condiciones laborales.
BdL: Algo que me molesta mucho es que al ir a comprar un libro en Amazon o en La casa del libro, el nombre del traductor no aparece en la ficha por ningún lado. Es imposible saber qué traducción estás comprando. ¿Crees que debería hacerse algo al respecto?
Scheherezade Surià: Totalmente de acuerdo. Si no me equivoco, son las mismas editoriales las que introducen esa información, así que no entiendo por qué en muchos casos no aparece el traductor. Es un procedimiento sencillo, no cuesta nada.
Lo mismo me pasó al repasar la revista del Círculo de Lectores no hace mucho. Recuerdo que antes constaba el traductor, ahora no lo mencionan ni en los especiales. Dudo que sea por cuestión de espacio, al fin y al cabo es solo una línea, pero a saber.
BdL: La profesión de traductor tiene, como decía Ortega y Gasset, su esplendor y sus miserias. ¿Cuántas veces al día sientes que amas apasionadamente tu trabajo? ¿Por qué? ¿En qué situaciones?
Scheherezade Surià: No diré que pase cada día, porque las prisas y las exigencias de cada proyecto pueden hacer mella, pero sí lo pienso muy a menudo. Es una profesión preciosa que da más de lo que quita (fatiga visual, dolor de espalda). ¿Situaciones en las que más lo siento? Cuando el editor me confía un proyecto nuevo y siento esa responsabilidad de ser la voz de ese escritor al castellano o catalán; cuando he tenido un día productivo y he terminado las páginas que me había propuesto traducir; cuando tengo el libro en mis manos y veo mi nombre impreso, etc.
Son muchas las situaciones a lo largo de una carrera que te hacen amar esta profesión. Hay sombras, como en cualquier otro trabajo, pero las cosas positivas pesan mucho más, ¡por suerte!
BdL: Y ¿cuántas veces al día lo odias? ¿Por qué? ¿En qué situaciones?
Scheherezade Surià: En cuanto a los textos en sí, cuando me quedo encallada en un término o cuando releo y tengo que darle varias vueltas a una frase porque no me termina de convencer. Cuando tengo que introducir algún cambio a media novela que requiere volver sobre mis pasos y retocar páginas anteriores.
En cuanto a la profesión, el hecho de tener que llevar las cuentas al día y tener un buen registro de todo lo que haces y cobras, o tener que reclamar porque no han pagado. Pagar lo que se paga por el hecho de ser autónomo, que podamos desgravarnos tan pocas cosas y que haya tanta desinformación en general. Hay muchos aspectos de ser traductor autónomo que no tienen que ver con la traducción y que, además de desgastar, quitan tiempo.
BdL: ¿Con qué traducción has disfrutado más?
Scheherezade Surià: Últimamente ha habido varias por temática, como Steve Jobs. La biografía il·lustrada de Jessie Hartland o Tohom hauria de ser feminista de Chimamanda Adichie, las dos para Fanbooks. Pero, diría que la que más hasta ahora ha sido Jacky Ha-Ha de James Patterson y Chris Grabenstein para LaGalera, porque es un libro para adolescentes muy fresco, lleva unas ilustraciones muy bonitas y porque estaba repletito de juegos de palabras. Me encanta hacer acrobacias lingüísticas y este libro fue todo un caramelo en ese sentido.
BdL: ¿De cuál te sientes más orgullosa?
Scheherezade Surià: Esta pregunta es más difícil. Supongo que la nueva edición de El codi da Vinci de Dan Brown por todo lo que conlleva. Porque es un éxito de ventas y traducir algo así —que confíen en ti para un libro así— es motivo de orgullo.
En cuanto a orgullo por trabajo realizado, diría que todos, porque a todos les echo ganas y pongo lo mejor de mí, claro, pero tal vez la biografía ilustrada de Steve Jobs. Fue un trabajo contrarreloj (¿y cuándo no?), le dediqué muchas horas, tuve que investigar sobre su vida y buscar términos informáticos que desconocía, y maquetar el texto porque las viñetas no seguían siempre el orden habitual, pero acabó siendo una preciosura de libro.
BdL: Es verdad que un ingeniero, en un momento dado, puede convertirse en traductor. Un traductor, en cambio, no podrá convertirse en ingeniero salvo que vaya a una escuela de ingenieros y se pase allí como mínimo cuatro años aprendiendo. La profesión de traductor tiene algo de instintivo. La lengua, o las lenguas en el caso de las personas bilingües, es algo que aprendemos sin esfuerzo de niños y, además, hoy en día todo el mundo sabe escribir. Sin embargo, entender en profundidad un texto, y escribir de manera fluida, comunicativa, correcta, e incluso con gracia o con cierto arte, es algo difícil de hacer y difícil también de enseñar. ¿Qué le dirías tú a un ingeniero que te dijera que quiere hacer unas traducciones para sacarse un dinero extra?
Scheherezade Surià: Que se forme, que haga algún curso y que tenga interés por la lengua de llegada, que suele ser la más olvidada. Puede que un traductor profesional no tenga sus conocimientos y su terminología —sin haber investigado antes, ojo—, pero sí tiene las herramientas necesarias para dar cohesión a un texto y que este se lea con facilidad. Un ingeniero tiene toda la base técnica, pero tal vez le falten estrategias para redactar como es debido.
Lo complicado de este asunto es que, no solo hay quien se lanza así sin conocer a fondo la profesión de traductor, sino que lo hacen reventando precios. Hace unos meses me escribió un ingeniero precisamente ofreciéndose para hacer traducciones técnicas a un precio irrisorio. Así no.
BdL: Tu blog, En la luna de Babel, es impresionante. Tienes muchísimos artículos y todos están siempre muy bien documentados, pero lo que más me llama la atención es que incluyes montones de ejemplos concretos. ¿Cuánto tiempo dedicas a tus investigaciones?
Scheherezade Surià: La mayoría de los ejemplos son de traducciones propias y otros, de ajenas; escollos que me he encontrado en textos, libros o productos audiovisuales determinados. En general escribo cosas que me gustaría leer, cosas que quizá no he encontrado tan directamente en ningún otro sitio, aunque lleguen a parecer de cajón o de poca importancia. Cuando doy con algo que me parece interesante reseñar, intento investigar un poco más, pero siempre partiendo de casos reales. La traducción es pura práctica y me parece que explorar esos casos concretos es lo más útil para el lector del blog.
En cuanto al tiempo, depende. A veces las entradas llevan meses en maceración; las releo de vez en cuando, añado cosas nuevas o cambio algo que no me termina de convencer. Hay otras que no suponen tanto tiempo, pero no sabría decir de qué depende. Es una combinación de varias cosas, inspiración, tiempo disponible, etc.
BdL: ¿Todas tus investigaciones surgen de trabajos reales? Se nota que le das muchas vueltas a todo, y que no te conformas con poner cualquier cosa. Pero me imagino que no siempre tienes tiempo de poner por escrito todas tus elucubraciones. ¿Tienes muchos temas pendientes?
Scheherezade Surià: Sí, prácticamente todas. Las de romántica y erótica sobre todo, ya que es este género el que he trabajado más desde un principio. Todas las entradas sobre ese tema se basan en trabajos míos y problemas de traducción reales. Los artículos sobre lenguaje soez, tres cuartos de lo mismo, al igual que los de traducción audiovisual, ya sean sobre las adaptaciones culturales o cómo traducir películas de animación para niños.
Supongo que a los demás traductores con blog les pasa lo mismo, pero no sería capaz de escribir algo sobre lo que no tuviera ni idea, con textos que no hubiera trabajado o visto nunca. Ya hay suficiente ruido en internet.
Encontrar temas sobre los que escribir no siempre es fácil, pero a veces te viene la idea como por arte de magia. En el tintero tengo ahora mismo una entrada sobre los insultos patrios, una con consejos para traductores audiovisuales y, en la cabeza más que en papel, una sobre los típicos errores de traducción de los traductores principiantes, con errores reales de alumnos que he tenido en prácticas. Supongo que esta última tardará un poco más en salir, porque siempre encuentro cosas nuevas de las que hablar y recopilarlas todas lleva su tiempo. Y eso es lo malo también, que a veces acabo con entradas titánicas de 2000 o 3000 palabras.
Sin embargo, lo bueno es que la exigencia es la que uno mismo se impone. No escribo con regularidad matemática (sí, sé que eso va fatal para el SEO y la fidelización y cosas por el estilo) porque eso sería ponerme más presión encima y con los plazos voy servida, así que voy escribiendo a ratitos y cuando tengo alguna entrada lista, la programo. Hay muchas herramientas a nuestro alcance para facilitarnos la gestión de un blog o de una página de Facebook, por ejemplo.
BdL: Hay un artículo tuyo que nos gusta especialmente y que habla de los traductores como caballeros andantes. En él incluyes un decálogo de Helena Cortés de cualidades del traductor. Hay tres que me llaman especialmente la atención, porque son en cierto modo las más importantes, y también las que menos se tienen en cuenta: sensatez, sentido estético y buena pluma. ¿Crees que los estudios oficiales de traducción sirven para desarrollar esas cualidades?
Scheherezade Surià: Deberían. No sé ahora, yo quedé muy contenta con mi licenciatura, pero creo que depende mucho del profesor que tengas, que sepa sacarte lo que llevas dentro. Al final, por mucho plan de estudios que haya, por mucho que estas cuestiones estén contempladas, necesitas a un buen cicerón.
Ahora bien, también creo que es una profesión vocacional y que se nota —y mucho— la personalidad de cada uno, algo que estoy aprendiendo muchísimo con los alumnos que tengo en prácticas. Puedes tener a la vez a dos o tres alumnos de una misma universidad, que están recibiendo la misma formación, y los textos que entregan son completamente distintos en cuanto a atención al detalle, fluidez, conocimiento del idioma de partida, expresión en el idioma de llegada, etc.
Supongo que, en el fondo, hay muchos factores ahí: la carrera en sí, el profesorado, el interés personal y la capacidad de aprendizaje.
BdL: En esa misma línea, tengo la impresión de que cuando un cliente busca a un traductor, se interesa sobre todo por sus conocimientos de la lengua de partida, y no tanto por su buena pluma. Parece como si eso de “escribir bien” fuera algo que se da por hecho. ¿Cuánto desconocimiento crees que hay de la importancia y la dificultad de escribir con elegancia (en el sentido matemático), versatilidad y precisión en la lengua de llegada?
Scheherezade Surià: Mucho. Como bien dices, parece que se valora más el idioma de partida —o la cantidad de idiomas que dominas— que saber expresarte en tu lengua. Por suerte parece que va cambiando todo y cada vez son más los clientes que se interesan por tu especialización, por ejemplo.
Creo que también podemos hablar de dos polos. Por un lado están los que dan por supuesto que «sabes escribir», así, sin más, y los que no le dan importancia porque «total, es decir lo mismo que pone en inglés». Hay gente que cree que traducir se basa en una correspondencia uno a uno, de ahí el interés y la ingente cantidad de artículos sobre palabras supuestamente intraducibles.
Ahora bien, luego estos mismos son los que se quejan de que algo no les suena bien. Entonces sí importa, entonces sí se dan cuenta de lo importante que es saber escribir bien en el idioma de llegada.
BdL: A veces, tenemos la impresión de que en tu blog se aprende más que en ningún sitio. ¿Qué añadirías tú a los estudios oficiales de traducción? ¿o qué cambiarías?
Scheherezade Surià:¿En serio? Vaya, eso es todo un honor. Hace ya unos años que terminé la carrera, pero para mí la práctica es esencial. Que se trabajen textos reales y se les hable del mundo real con fundamento. Como preguntabas antes, hay luces y sombras. En el mundo de la traducción no todo es rosa, pero tampoco negro.
También considero importante que se ofrezca una buena orientación laboral y se trabaje con todas las herramientas que se pueda, ya sean de traducción asistida o programas de subtitulación. Y que se enseñe a llevar un «pequeño negocio», a hacer facturas (que yo recuerde, en mi promoción no hubo nada parecido) y que echen algo de luz sobre las tarifas. Que no haya miedo a hablar de la situación del mercado, en definitiva.
BdL: Tienes algunos artículos muy divertidos y originales. Por ejemplo, uno sobre la traducción de literatura erótica. Resulta sumamente instructivo, con todos los dibujos y nombres de prendas de lencería, y estoy segura de que a más de un traductor le habrá sacado de algún apuro. ¿Crees que a alguien antes que a ti se le había ocurrido escribir sobre un tema como ese?
Scheherezade Surià: No he descubierto la pólvora, pero sí he sido de las pocas que han tratado el tema o que no han tenido reparo en decir que traducen este tipo de novelas. Aún existen tabúes sobre este género, profesionales que no reconocen que traducen romántica y erótica o que lo hacen directamente con un pseudónimo (aunque eso también puede deberse a otros motivos).
En este caso, se me ocurrió hablar del tema en varias entradas por todas las novelas que llevo traducidas de este género y tras haberme documentado con traducciones de este tipo de hace tiempo y ver que el lenguaje del amor y el sexo es más complejo de lo que parece. Que cursilería y chabacanería pueden estar muy cerca y muchas veces las escenas de sexo acaban siendo más aparatosas de lo que son en realidad.
BdL: También nos gustó mucho un artículo tuyo sobre la sinonimia. ¿Cuál es tu artículo favorito y por qué?
Scheherezade Surià: No te sabría decir, es más difícil aún que decir cuál es mi traducción preferida. Como requieren tanto trabajo, no podría quedarme con una. No son mis favoritas, pero más allá de los artículos en los que doy consejos, y que al fin y al cabo se basan enormemente en mi experiencia personal, hablaría de las entradas de cuestiones más espinosas como la censura en la traducción, como La censura como estrategia de traducción y Sexo oral y escrito II. (Auto)censura; o los eufemismos que embellecen realidades, como en Maquillaje lingüístico: los eufemismos y Sexo oral y escrito: argot, eufemismos y etimología.
BdL:Tu blog nos ha deslumbrado a muchos traductores. ¿Te llueven los contratos? ¿Crees que puedes cobrar más por haber demostrado tu capacidad de análisis e investigación, tu buen criterio, tu talento para la escritura ensayística?
Scheherezade Surià: Lo de cobrar más es difícil porque no solo depende de mí, pero sí es cierto que me han salido proyectos muy chulos gracias al blog y a moverme en redes. Entre otros, empezar a dar charlas —algo que no me había planteado siquiera—, escribir un artículo sobre traducción erótica en un volumen de Cambridge Scholars Publishing o escribir un libro sobre false friends para Larousse.
Y también me han salido trabajos de traducción directamente. Recuerdo que al poco de haber escrito una entrada sobre la traducción de los menús de los restaurantes, me llamó el responsable de turismo de un ayuntamiento de la comunidad de Madrid para ofrecerme la traducción de las cartas de los restaurantes asociados. Quizá también tuvo que ver que ese artículo lo compartiera Alberto Chicote por twitter.
La verdad es que, en retrospectiva, empezar el blog, por mucho trabajo que dé, fue muy buena idea.
BdL: Scheherezade, tu blog tiene ya muchísimos artículos. ¿Has llegado a los 1001? ¿Crees que cuando llegues te perdonarán la vida?
Scheherezade Surià: Llevo ciento trece, así que aún quedan… unos pocos. Pero sí, espero que me indulten y yo, a cambio, prometo seguir escribiendo y echándole un poquito de humor a la traducción.
Si quieres participar en las distintas jornadas y charlas que tenemos programadas durante el curso con editores y traductores, escríbenos un email a info@billardeletras.com o llámanos al 91 532 40 64, dentro del marco de nuestro taller de traducción literaria.
Hola, enhorabuena por el artículo!
Os dejamos el enlace a una web sobre arte feminista que esperamos os interese:
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