Los estratos de Juan Cárdenas, publicada por Periférica y VI Premio Otras voces, otros ámbitos como mejor novela “de culto” publicada en España en 2013, por Natalia Alonso.
No sé por qué pero Los estratos me deja el regusto de las historias que narran un periplo diario, al estilo de Luces de Bohemia de Valle Inclán, el Ulises de Joyce o la película Un día de furia. En todas ellas, se cuentan las vicisitudes de sus protagonistas durante unas horas, y aunque en Los estratos la acción se desarrolla en varios días, la sensación que me deja a mí como lectora, es que todo se sucede en uno solo. Únicamente la lluvia, un personaje más de la novela, nos acompaña a lo largo de toda la narración, salpicando la lectura con connotaciones que van más allá del simple hecho atmosférico: escampa, arrecia con fuerza, deja charcos y sólo en un momento se hace referencia al fenómeno de La Niña, a mi parecer, para dejar claro que no se trata de una novela alegórica con toques apocalípticos, sino una novela totalmente realista que nos muestra esa realidad de clases, estratos, de la sociedad latinoamericana de hoy en día.
Juan Cárdenas apuesta por un lenguaje desnudo, parco, directo, todo ello para relatarnos lo que acontece, y lo conjuga con grandes imágenes que nos transportan a esa ciudad que se nos antoja desolada, sin futuro, como la propia existencia del protagonista. Una ciudad sin nombre, estratificada, portuaria, latinoamericana. Tiene algo del Madrid de Max Estrella, del Dublín de Leopold Bloom o de Los Ángeles de Willian Foster.
Acompañamos al protagonista y narrador de la historia en su búsqueda del paraíso perdido, encarnado en la figura de la nana que le cuidó de niño. Una serie de personajes de lo más variopintos y con ciertos toques de locura tratarán de ayudarle, y son estos personajes los que hacen que la novela pueda tener varias lecturas para distintos tipos de lectores: como simple entretenimiento, como denuncia social o para los más avezados en esto de la escritura, como despliegue técnico por parte del autor.
Los diálogos insertos dentro de la narración y el uso de términos coloquiales y localistas, le aportan a la novela un ritmo al estilo de una road movie, donde los hechos parecen sucederse en apenas lapso de tiempo. Y son los cuentos que Juan Cárdenas inserta dentro de la historia principal lo que hace que la novela adquiera otra dimensión más allá de la simple peripecia: las piedras con papeles enrollados como supuesta obra de arte, los perros con letras en los costados, etc.
Y quizás porque la he leído hace poco y la tengo fresca, pero el personaje del detective de Los estratos, esa mezcla de gurú y chamán me recuerda, de alguna manera, a Dan Kocí, el detective de La Promesa de Kamil Modraceck del checo Jiri Kratochvil, por la utilización que este último hace de extrañas prácticas de yoga para resolver sus casos.
Es una novela fresca, en apariencia sencilla pero donde se nota el talento. Esta novela, sin duda, se sitúa en el estrato más alto de la literatura actual escrita en español.
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