Canciones de amor a quemarropa de Nickolas Butler publicado por Libros del Asteroide, por Natalia Alonso.
La mayoría de las novelas polifónicas que caen en mis manos, suelen decepcionarme. Es complicado crear voces que se distingan entre sí, y más tratándose, como en este caso, de personajes coetáneos y con un pasado común. Conseguir que ninguna voz prevalezca sobre las otras o destaque de manera significativa, eso es ya otro cantar.
Se trata de una novela de personajes: “Al ver a Henry por primera vez, piensas: -He aquí un hombre capaz-. Tiene las manos grandes y secas y buscan las tuyas como cálidos guantes”. No importa tanto la trama en sí misma, sino cómo los protagonistas viven y sienten los conflictos, aparentemente banales, que se narran. La historia avanza en la voz de cada uno de ellos, y no es que asistamos al mismo hecho relatado por dos personajes distintos, sino que cada uno aporta una visión nueva sobre un hecho determinado, sin llegar nunca a solaparse.
Al leer Canciones de amor a quemarropa te queda una sensación muy placentera, porque no se dan juicios de valor. No hay buenos ni malos. Temas como el amor, la amistad, el éxito, la fama o la familia, son planteados sin tener en cuenta a veces la retrógrada moral norteamericana.”América, diría yo, consiste en gente pobre tocando música y en gente pobre compartiendo comida y en gente pobre bailando aun cuando llevan una vida tan desesperante y tan deprimente que ya ni debería haber sitio para la música o para algo de comida extra, cuando no deberían quedarles energías ni para bailar”. Como lector no piensas qué hubieras hecho tú en el lugar de alguno de los protagonistas, simplemente, te metes tanto en la historia que lo que importa es lo que hagan o digan ellos. Tú eres un simple espectador.
Es de ese tipo de novelas que no quieres que se acaben, que te encariñas con los protagonistas de tal manera que te gustaría que se convirtiera, sino en realidad, sí, al menos, en personajes de una serie de televisión con muchas temporadas. Cuando terminas el libro te queda un poso de melancolía que en palabras de uno de los protagonistas, no es otra cosa que “Cuando te sientes a la vez un poco feliz y un poco triste”. Y es que ciertas novelas tienen la virtud de dejarte ser otro, como si te prestaran las vidas ajenas para que las vivas durante el tiempo que dura la lectura. ¿Por qué ocurre esto? En este caso, asistimos a la construcción de los personajes a través de la más poderosa de las herramientas técnicas: sus voces. Y cuidado: vivir tan de cerca el mundo relativo a cada personaje, hace que la sensación dure más allá de la lectura, como si luego nos estuviera faltando algo. Una lectura de otoño, de manta en el sofá y castañas asadas. Porque no hay mejores canciones que las escritas a quemarropa.
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