Los tres pilares de la traducción literaria: 1: no traducimos simples palabras; 2: la sospecha (¿habrá algo más detrás?) y 3: la regla del «depende».

Entrevista a Marta Sánchez-Nieves, traductora de ruso a español y especializada en literatura rusa clásica y contemporánea. Ha traducido a una buena parte de los autores rusos de referencia en Occidente, como Anna Ajmátova, Mijail Bulgákov, Andrei Dimitrev, Nikolái Gógol, Aleksandr Serguévevich Pushkin, Lev Tolstoi o Iván Turguénev, entre otros.

Antes de nada darte la enhorabuena por el Premio Esther Benítez por tu traducción de Noches Blancas de Fiódor Dostoievski, publicado por Nórdica libros e ilustrado por Nicolai Troshinsky.

Billar de letras: ¿Qué supone para un traductor literario que te concedan un premio los propios colegas del gremio?
Marta Sánchez-Nieves: Es un viaje directo y sin escalas a una nube. Ya en tierra, es un gran honor recibir un premio de los colegas. Y una emoción inmensa, por ver mi nombre unido al de Esther Benítez, aunque solo sea un día. Y unido a los colegas que lo ganaron antes que yo y a los que tanto admiro. Para que veas que no son palabras hueras, te contaré que la primera vez que participé en la lista de la asociación por una duda y Luisa Fernanda Garrido me respondió para ayudarme, me puse a temblar de los nervios: me estaba ayudando un «nombre» que había visto repetidas veces en la bibliografía que nos daban en la facultad.
Por último, supone una gran responsabilidad: ahora ya no puedo fallar, pues pondría en duda el juicio de mis colegas.

 

Billar de letras: Para los escritores, un premio literario, en principio, podría suponer que un mayor número de editoriales se interesaran por publicar su obra, incluso que les dieran mejores adelantos, ¿qué supone para un traductor literario?
Marta Sánchez-Nieves: Huy, no tengo mucha experiencia en este tema, no sé si tendrá algún tipo de consecuencia en el sentido que comentas. Varios blogs literarios y las librerías de la Alianza de Babel se han hecho eco del premio, y no solo del resultado final, también anunciaron en su momento las obras finalistas. Algo que sucede por primera vez. Imagino que esto implica que mi nombre ha estado más presente de lo habitual, quién sabe qué resultados tendrá.

 

Billar de letras: En el mundo de los escritores, a mi parecer, a veces se observa cierta envidia, cosa que no me parece que suceda con los traductores literarios. Me da la sensación de que, en general, os ayudáis unos a otros.  ¿Qué opinas?
Marta Sánchez-Nieves: Haber envidias y roces, haylos, pero no es mi experiencia personal. Creo que sólo puedo hablar de buenas experiencias, de colaboración para encontrar la palabra perfecta, de generosidad traduciéndote de otro idioma fragmentos ¡y hasta poemas! en francés, inglés, alemán…, que de pronto te encuentras en un libro y que, claro, no vas a traducir del ruso. Por mi parte, intento aportar mi granito de arena cuando un colega necesita este u otro tipo de ayuda con el ruso.

 

Billar de letras: Nos gustaría también saber tus impresiones a la hora de trabajar con las distintas editoriales, ¿hay diferencias entre los grandes grupos y las editoriales independientes en cuanto a plazos, tarifas y porcentajes o en su relación con los traductores?
Marta Sánchez-Nieves: Podría decirse que solo he trabajado con editoriales independientes, porque creo que ni Alba ni Gredos entran dentro del concepto de «gran grupo» editorial, ¿no? En realidad, auque parezca increíble, la diferencia no es tanto entre editoriales, sino entre traductores. No todos cobramos la misma tarifa ni tenemos el mismo margen de negociación (aunque quizá esto último sea cuestión de confianza y de saber hacer valer tus derechos), la experiencia es un grado, no solo porque se fíen más de un traductor experimentado, sino porque estos tienen más recursos y conocimientos para negociar.

 

Billar de letras: ¿Sueles tener plazos razonables para traducir un libro? ¿Tienes algún margen de negociación si ves que un libro, por su dificultad, requiere más tiempo del pactado?
Marta Sánchez-Nieves:¿Qué es razonable? Normalmente sí, piensa que no se trata solo de hacer cuentas y saber cuántas páginas traduces al día, hay que dejar unos días para reposar la traducción antes de revisarla. Aunque normalmente las cuentas suelen fallar y lo de los días para reposar la traducción acaba siendo una quimera.

 

Billar de letras: Eres socia de Ace Traductores desde hace varios años, ¿qué ventajas tiene asociarse?
Marta Sánchez-Nieves:¿Las que se pueden contar en público? Orientación profesional y laboral, resolución de dudas de todo tipo, el contacto casi diario con los colegas, la posibilidad de aprender de colegas más experimentados, de arrimarte a ellos por si se te pega algo de su arte… Y ponerles cara en encuentros, jornadas y seminarios, que llevan a la parte que no se puede contar en público.
De todas formas, soy de las que opina que la asociación la hacen sus asociados, así que intento colaborar y participar de forma activa siempre que puedo.

 

Billar de letras: ¿Crees que es bueno combinar la traducción literaria con otras actividades profesionales?
Marta Sánchez-Nieves: No sé si es bueno, sí sé que a muchos no les queda más remedio por razones económicas. Lo cierto es que la mayoría hemos llegado a la traducción editorial pasando antes por otra profesión, o compaginándola, en mi caso con la enseñanza. Desde que existen los estudios de traducción lo normal es que esa otra actividad sea la traducción técnica. En el fondo, todo es traducción.

 

Billar de letras: Hemos leído en un artículo que publicaste en el Cervantes la anécdota de la traducción del término kommunalka. Pero dejando de lado dicha anécdota, ¿cómo te enfrentas a la traslación de un concepto propiamente ruso? ¿lo transcribes del ruso y lo dejas tal cual? ¿añades una nota del traductor? ¿lo asimilas a algún concepto conocido en español? ¿Qué opción crees que es preferible?
Marta Sánchez-Nieves: Primero averiguo si de verdad no existe ese concepto en español. De ser así, lo normal es transcribirlo y explicarlo la primera vez que sale, bien con nota al pie, bien con una «morcilla» explicativa. Pero también depende mucho del tipo de texto y la solución que parece perfecta en un libro, resulta que deja de serlo en otro.
Asimilarlo a un concepto parecido al español puede tener sus riesgos, ya no porque se pierda algo en la traducción, sino porque podemos acabar planchando, simplificando el texto.

 

Billar de letras: Sabemos también que es complicado transcribir los nombres del ruso. ¿Podrías explicarnos qué ha pasado con los acentos de muchos escritores rusos, como Chejov, que ahora es Chéjov, o Tosltoi, que ahora es Tolstói?

Marta Sánchez-Nieves: No tiene ningún misterio, simplemente antes no se escribían los acentos y como se pronunciaban según las normas de acentuación castellana, pues no siempre coincidía con la real. De todas formas, empiezo a pensar que quizá sea batalla perdida, tengo comprobado que la costumbre es la costumbre y mucha gente mantiene la acentuación aguda de Chéjov, por ejemplo, por más que lleve tilde.


Billar de letras:
¿Alguna vez, cuando te encuentras con nombres impronunciables de personajes, optas por reescribirlos de otro modo?
Marta Sánchez-Nieves: No suele haber nada impronunciable, aunque lo parezca a primera vista. Sí me he encontrado casos en que he tenido que cambiar un poco el nombre para evitar situaciones risibles o extrañas que no están en el original. Por ejemplo, el apellido del ingeniero protagonista de Aelita era ‘Los’, así que parecía que había ido escribiendo artículos sin ton ni son en toda la novela. Hablé con el editor y decidimos añadir una segunda ese al apellido, Loss.

 

Billar de letras: Hablando de literatura, ¿existen muchas diferencias en el ruso de los clásicos y los autores contemporáneos?, ¿cuál de los dos te resulta más complicado a la hora de traducir?
Marta Sánchez-Nieves: Con los clásicos sientes un poco más de presión, porque hay traducciones anteriores que te miran desde la estantería. O porque se ha creado cierta expectativa ante la aparición de una nueva traducción.
La complicación de los contemporáneos reside más en el léxico coloquial que no aparece en los diccionarios, en palabras que estuvieron de moda una determinada época y que desaparecieron sin casi dejar rastro.
Y también recuerdo una autora que escribía con exceso de anglicismos y de estructuras inglesas y no fue fácil de traducir, porque, ilusa de mí, no esperaba encontrar errores.

 

Billar de letras: ¿Cuál ha sido el reto más difícil al que te has enfrentado en una traducción? ¿y el libro con el que mejor te lo has pasado?
Marta Sánchez-Nieves: El más difícil, Gógol, sin dudarlo. Sus relatos de Dikanka están repletos de habla popular y de palabras que eran ucranianismos en esa época, tuve que pensar mucho qué traducía y qué no, cómo modificaba un glosario que ofrecía el autor con vocabulario ajeno al ruso en el siglo XIX pero no en el XXI. Además, dan un poco de miedo, así que tuve que cambiar mis horarios porque me sentía incapaz de trabajar en horario nocturno. Soy un poco cobardica, lo confieso.

En cuanto a la segunda pregunta, puede que sea con con Mónechka de Marina Paléi, quizá lo tengo relativamente reciente, y por eso aún recuerde lo que disfruté (y sufrí) con su sarcasmo e ironía, con la descripción tan realista de la sociedad rusa, de la situación de la mujer.

Pero algo que nos pasa mucho a los traductores es que en seguida pasamos página con los libros que traducimos. A veces nos preguntas por el nombre de un personaje de un libro y no nos acordamos ya de él, aunque esté recién entregado. Por eso esta pregunta no es tan fácil de responder.

 

Billar de letras: Hay muchos casos de escritores que se adentran en el mundo de la traducción, y al contrario, de traductores que escriben. ¿Puedes citar a alguno? ¿Crees que tiene alguna ventaja ese doble acercamiento a la literatura?
Marta Sánchez-Nieves: Sé que hay varios casos. Personalmente conozco a algunos y, por lo que ellos mismos cuentan y por lo que he podido ver en sus obras, diferencian muy bien las situaciones en que son traductores y, como tales, autores de obra derivada, sin libertad para modificar nada, y aquellas en las que son escritores, autores de obra propia, y pueden hacer lo que les plazca.

 

Billar de letras: En Billar de letras, siempre les decimos a los alumnos de escritura que, sobre todo y por encima de todo, tienen que leer. ¿Qué les recomendarías a nuestros alumnos de traducción literaria? ¿Cuáles crees que deben ser los tres pilares, si es que existen, sobre los que se sustenta una buena traducción?
Marta Sánchez-Nieves: Que lean, que lean y que lean. No solo literatura contemporánea, también clásica, en español (o en su lengua materna si fuera otra). Que no se centren en un único género, por mucho que les guste, porque nunca sabes qué te puede tocar traducir.
¿Los tres pilares? El primero, que no traducimos simples palabras; el segundo, la sospecha (¿habrá algo más detrás?) y, por último, la regla del «depende».

 

Billar de letras: Para un alumno de traducción literaria, ¿qué crees que es más importante, dominar la lengua o conocer bien la cultura y la literatura del país?
Marta Sánchez-Nieves: Es que no puedes separarlas, si no sabes de la cultura de un país habrá conceptos lingüísticos que nunca llegarás a entender.  Y sin la lengua y sin la cultura, ya me dirás cómo vas a leer.

 

Billar de letras: Algunos de los autores que traduces están vivos, ¿sueles ponerte en contacto con ellos cuando te surge una duda? ¿O son los rusos poco accesibles a este respecto?
Marta Sánchez-Nieves: Lo he hecho un par de veces. En el caso de Andréi Dmítriev, me aclaró un par de palabras a las que no había forma de encajarlas en el contexto, resulta que eran regionalismos de su ciudad, de Pskov, con un significado que en la vida habría sacado si no me lo dice alguien de allí.
En cuanto a Anna Starobinéts, necesitaba localizar un par de supuestas citas de Nostradamus para traducirlas del francés.
Los dos fueron muy amables, me respondieron enseguida, se ofrecieron a aclararme cualquier duda que me surgiera. Y me dieron las gracias por posibilitar que lectores de otros países pudieran leer sus obras.

 

Billar de letras: Se dice que Dostoievski es un escritor con ciertas torpezas formales, sin desmerecer, por supuesto, a uno de los grandes, ¿cómo te has enfrentado, tú, como traductora, a esto? ¿has tratado de pulirlas o has sido totalmente fiel a su prosa?
Marta Sánchez-Nieves: Las «sufrí» en la traducción de Los hermanos Karamávoz porque, según va avanzado la obra, hay objetos que cambian de lugar, el hermano que era el mayor de pronto es el mediano, … y con estos cambios a veces a Fernando Otero y a mí se nos complicaba el trabajo: hubo ocasiones en que pensábamos que no estábamos utilizando la misma palabra para un concepto determinado, y resulta que era nuestro amigo Fiódor quien la había cambiado.

 

Billar de letras: Y para concluir, volvemos a Dostoievski, ¿qué le preguntarías o le comentarías si le tuvieras ahora mismo delante?
Marta Sánchez-Nieves: Si no sintió en ningún momento pena de su soñador, si era necesario ponerle tanta miel en los labios. Que supongo que sí y que por eso la historia tiene el encanto que tiene, pero, ay, pobrecito mío…

El miércoles 19 de abril tenemos una cita muy espacial para hablar de Dostoievski, de sus  Noches Blancas, traducción que le supuso a Marta Sánchez-Nieves, el Premio Esther Benítez de Traducción. La traductora, junto al escritor Ronaldo Menéndez, analizarán la novela de manera exhaustiva, todo ello, como siempre, con un buen vinito y algo de picar para amenizar la velada.

Más información del evento y reserva de plazas, pinchando aquí.

¡Os esperamos!

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Natalia

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