¿Traducción literaria? ¿O traducción de textos literarios?

POSTED BY   Natalia
16/01/2017

Parece lo mismo, pero no lo es. Como tampoco es lo mismo un texto literario que un texto de ficción. Decía modestamente F. Scott Fitzgerald que él añadía a sus cuentos “the little extra”. Y ese “little extra”, sea lo que sea, es probablemente lo que hace que su obra sea literatura en estado puro.

Pero con la traducción, puede ocurrir, si no tenemos cuidado, que perdamos por el camino ese “little extra”, lo cual puede significar que acabemos haciendo de un texto literario en su lengua original uno de mera ficción.

El pasado viernes, 16 de diciembre, tuvimos el placer de presentar Sueños de invierno, de F. Scott Fitzgerald, en la librería La buena vida de Madrid.

Y para presentar el libro, estuve buscando ejemplos de esos detalles nimios que muestran el grano fino con que trabaja el autor y cómo una traducción de grano más grueso puede, sin quererlo, minar la obra. Me sorprendió comprobar que a lo largo del curso nos habíamos topado con múltiples ejemplos, de los cuales acabé por seleccionar solo cuatro, que espero que sirvan de ilustración:

Primer ejemplo

¿Expresiones idiomáticas? ¿O creativas?

El cuento Sueños de invierno empieza del siguiente modo:

Some of the caddies were poor as sin and lived in one-room houses with a neurasthenic cow in the front yard.

Una primera tentación al traducir “poor as sin” sería tratar de asimilarlo a una expresión idiomática en español, como podría ser “pobre como las ratas”. Esa tendencia a buscar las formas más manidas es algo con lo que tenemos que andar siempre ojo avizor porque, en realidad, ¿acaso hay algo de lo que huya más un escritor que de los lugares comunes?

En este caso, por ejemplo, cabe preguntarse: ¿es “poor as sin” una expresión idiomática en inglés? Me temo que no. En realidad, si nos fijamos, precisamente en esa expresión, que aparece al comienzo del cuento, podemos ver una declaración de principios por parte del narrador. Porque para ese narrador que nos cuenta la historia a través de los ojos del protagonista, Dexter Green, el pecado es algo pobre, es decir, es cosa de pobres. A los ricos, el pecado les importa bien poco, ellos pueden permitirse el lujo de no tener escrúpulos, de hacer lo que les dé la gana, que para eso son ricos y el negocio es el negocio. Y no olvidemos que la diferencia de clases y el poder del dinero son algunos de los temas centrales de la obra de Fitzgerald.

Visto así, está claro que la traducción ahí ha de ser literal, así que nos quedamos con:

Algunos de los caddies eran pobres como el pecado y vivían en casas de una habitación con una vaca neurasténica en el patio de entrada.

Segundo ejemplo

Las imágenes (y esos malditos phrasal verbs)

La mayoría de los escritores trabajan sus imágenes con detenimiento y precisión, pero en las traducciones hay que tener cuidado porque cualquier desplazamiento mínimo de las piezas puede entorpecer el funcionamiento de la maquinaria.  Veamos otra frase del comienzo del cuento:

In the fall when the days became crisp and gray, and the long Minnesota winter shut down like the white lid of a box, Dexter’s skis moved over the snow that hid the fairways of the golf course.

La primera traducción que llegó a clase de esta frase, fue la siguiente:

En otoño, cuando los días se volvían  helados y grises, y el largo invierno de Minnesota se cerraba como la tapa blanca de una caja, los esquíes de  Dexter se deslizaban sobre la  nieve  que ocultaba las calles del campo  de golf.

En principio, no parece que haya nada que objetar. La frase es perfectamente correcta, es incluso sugerente. Pero si nos fijamos con mayor detenimiento en el original, podemos observar que hay una aliteración en “crisp and grey”, una aliteración tan calculada que nos hace escuchar el crujido del hielo. Podemos quizás fijarnos también en que si decimos que el invierno “se cierra”, parece que se cierra sobre sí mismo, mientras que en ese “shut down”, al llevar la preposición, nos está indicando que lo que se cierra no es el invierno, sino la ciudad, el invierno es solo la tapa que “se abate” sobre la ciudad dejándola cubierta, cerrada, hasta la primavera. Así que nuestra traducción final fue:

En otoño, cuando los días se volvían  crepitantes y grises, y el largo invierno de Minnesota se abatía como la tapa blanca de una caja, los esquíes de Dexter se deslizaban sobre la  nieve que ocultaba las calles del campo de golf.

Tercer ejemplo

La sintaxis: el orden de los factores sí altera el producto

Muchas veces, al traducir, nos vemos obligados a reordenar los elementos de una frase para adaptarlos a los usos del español. Otras, lo hacemos solo, a veces sin darnos cuenta, para entender mejor lo que estamos diciendo, creyendo que así lo hacemos más inteligible para el lector. Pero también aquí puede haber trampas y habrá que pisar con atención, porque a menudo el ordenamiento de los elementos de una frase sirve para algo más que para transmitir una información. Veamos otro ejemplo, que aparece al final del primer párrafo de la parte II del cuento:

Often he reached out for the best without knowing why he wanted it — and sometimes he ran up against the mysterious denials and prohibitions in which life indulges. It is with one of those denials and not with his career as a whole that this story deals.

La primera traducción fue:

A menudo tendía la mano hacia lo mejor sin saber por qué  lo quería, y a veces se precipitaba contra los misteriosos rechazos y prohibiciones que la vida se permite. Y esta historia se centra justamente en uno de esos rechazos y no sobre  toda su carrera profesional. 

Una vez más, estamos ante una traducción correcta, a la que no habría nada que objetar de no ser por ese eco a narración oral, a cuento, que reverbera en el original cuando termina el párrafo diciéndonos: “… that this story deals”. En español, en cambio, la traducción acaba con la carrera profesional, algo prosaico y nada interesante, que además, como dice el narrador, no es la parte importante de la historia. Probemos otra solución:

A menudo tendía la mano hacia lo mejor sin saber por qué lo quería y, a veces, se precipitaba contra los misteriosos rechazos y prohibiciones que la vida se permite. Y es de uno de esos rechazos, y no de su carrera profesional, de lo que trata esta historia. 

Seguramente, a todos os parecerá mucho más intrigante y os apetecerá más pasar al siguiente párrafo si el punto y aparte llega justo detrás de esa sugerencia de que a partir de ese momento nos van a contar un cuento. ¿Acaso hay alguien que se resista a que le cuenten un cuento?

Cuarto ejemplo

Hablar por escrito

Los diálogos son otro de los escollos con que solemos tropezar los traductores, y los escritores también, porque a veces, al estar todo en un texto escrito, olvidamos que el diálogo ha de ser lenguaje oral, y a menudo el lenguaje oral y el escrito no coinciden del todoo. Os pongo aquí el último ejemplo de esta serie. Se trata de una frase que dice la protagonista, Judy Jones, la primera vez que invita a Dexter Green a su casa:

Father and mother won’t be here

La primera traducción fue:

Mis padres no estarán aquí

¿Está bien, no?

Pero realmente, ¿alguien diría eso? Probemos con esta otra traducción:

Mis padres no van a estar

No solo es mucho más idiomática, sino que es infinitamente más sugerente y sensual, como no podía ser menos tratándose de la rompecorazones Judy Jones.

Conclusión

Son solo cuatro ejemplos aparentemente insustanciales, pero quizás no lo sean tanto, quizás estemos acercándonos a ese “little extra”.

Fitzgerald escribió una vez: «Si tienes algo que decir, algo que sientes que nadie ha dicho nunca antes, has de sentirlo con tanta desesperación que encuentres una forma de decirlo que nadie haya encontrado antes, de modo que lo que tienes que decir y la forma de decirlo se unan como una única sustancia, tan indisoluble como si ambas cosas se hubieran concebido juntas».

¿No será eso el “little extra”: la cualidad de hacer que el fondo y la forma sean una sola cosa? Conservar esa cualidad es a lo que aspiran los traductores y, solo si lo consiguen, podremos decir que no solo han traducido un texto literario, sino que han hecho una “traducción literaria”.

Por Maite Fernández, coordinadora del área de traducción de Billar de letras

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Natalia

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